miércoles, 10 de febrero de 2010

Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda al reloj

Autor: Julio Cortázar

Piensa en esto: cuando te regalan un reloj te regalan un pequeño infierno florido, una cadena de rosas, un calabozo de aire. No te dan solamente el reloj, que los cumplas muy felices y esperamos que te dure porque es de buena marca, suizo con áncora de rubíes; no te regalan solamente ese menudo picapedrero que te atarás a la muñeca y pasearás contigo. Te regalan —no lo saben, lo terrible es que no lo saben—, te regalan un nuevo pedazo frágil y precario de ti mismo, algo que es tuyo pero no es tu cuerpo, que hay que atar a tu cuerpo con su correa como un bracito desesperado colgándose de tu muñeca. Te regalan la necesidad de darle cuerda todos los días, la obligación de darle cuerda para que siga siendo un reloj; te regalan la obsesión de atender a la hora exacta en las vitrinas de las joyerías, en el anuncio por la radio, en el servicio telefónico. Te regalan el miedo de perderlo, de que te lo roben, de que se te caiga al suelo y se rompa. Te regalan su marca, y la seguridad de que es una marca mejor que las otras, te regalan la tendencia de comparar tu reloj con los demás relojes. No te regalan un reloj, tú eres el regalado, a ti te ofrecen para el cumpleaños del reloj.

Poema al tomate - POEMA

Autora: Elsa Isabel Bornemann

¡Ay! ¡Qué disparate!
¡Se mató un tomate!
¿Quieren que les cuente?

Se arrojó en la fuente
sobre la ensalada
recién preparada.

Su vestido rojo,
todo descosido,
cayó haciendo arrugas
al mar de lechugas.

Su amigo Zapallo
corrió como un rayo
pidiendo de urgencia
por una asistencia

Vino el doctor Ajo
y remedios trajo.
Llamó a la carrera
a Sal, la enfermera.

Después de sacarlo
quisieron salvarlo,
pero no hubo caso:
¡estaba en pedazos!

Preparó el entierro
la agencia “Los Puerros”.
Y fue mucha gente...
¿quieren que les cuente?

Llegó muy doliente
Papa, el presidente
del Club de Verduras,
para dar lectura
de un “Verso al tomate”
(otro disparate)
mientras, de perfil
el gran Perejil
hablaba bajito
con un rabanito.

También el Laurel
(de luna de miel
con Doña Nabiza)
regresó de prisa
en su nuevo yate
por ver al tomate.

Acaba la historia:
ocho zanahorias
y un alcaucil viejo
formaron cortejo
con diez berenjenas
de verdes melenas
sobre una carroza
bordada de rosas.

Choclos musiqueros
con negros sombreros
tocaron violines,
quenas y flautines,
y dos ajíes sordos
y espárragos gordos
con negras camisas
cantaron la misa.

El diario “ESPINACA”
la noticia saca.
HOY, ¡QUÉ DISPARATE!
¡SE MATÓ UN TOMATE!

Al leer, la cebolla
lloraba en su olla.
Una remolacha
se puso borracha.
—¡Me importa un comino!
dijo Don Pepino...
y no habló la acelga
(estaba de huelga).